
(Maracay [Venezuela], 1975)
las líneas blancas son los poemas del asfalto
el sueño es la máscara
las sandalias aladas vueltas piedra
la visión no directa
la autopista está en el sueño del túnel
no es mística
no es el símbolo
sino una pasta amorfa
los ojos deciden que sea autopista
mientras parpadea
ocasiona un accidente
un herido fatal
el auto marca la pauta
aunque el asfalto es más largo
se podría decir infinito
pero el infinito es un estado intermedio
el túnel sostiene una rosa roja
que deja caer en la autopista
el asfalto mira cómo respira
piensa que sin él la rosa no sería suave
no tendría olor
no sería rosa
la autopista
ve los átomos vibrando
piensa en ella
el asfalto
sus miradas
en la autopista corre un avión
tiene pánico
la torre de control persigue al avión
detrás camina el observador
vacía el cerebro de gasolina
quiere ser autopista
justo en la encrucijada del amor
para no elegir
quedarse por siglos viendo
cómo los autos se dejan guiar por las señales de precaución
su instinto siempre lo supo
un beso no lo salvaría
el viaje no lo salvaría
las señales de precaución no lo salvarían
la única respuesta era quedar sin combustible
el alcohol sigue siendo
lo volátil sigue siendo la suma de todas las autopistas
la voz es la búsqueda
la búsqueda está condenada al fracaso
la polilla está condenada al fracaso
a la autopista le dieron la llave que encierra el amor perfecto
la cura de la enfermedad
el éxtasis perpetuo
la autopista lanzó la llave al vacío y se sintió cómoda
el observador recordó algo
derramó unas lágrimas que rápidamente se evaporaron del asfalto
la autopista desea crear ilusiones a los autos
pozos de agua vibrando desde lejos
pero que al llegar se desvanecen
ese es el juego
el remolino de agua sal azúcar en su cerebro sin luz
el observador no está en el cerebro
la autopista está en todas las autopistas
el observador en el centro de la carretera
es la fórmula perfecta para atascarse
quedarse en las imágenes
la parte liberada es el testigo
la parte sin adornos es el testigo
el testigo es el observador
se une a otras carreteras que no son reales
son una mezcla de matices
la autopista está en la superficie
con la silenciosa desesperación del sueño
las líneas blancas son los cuerpos
las líneas blancas siguen pintadas en el asfalto
no hay que borrarlas
ni ver por el espejo retrovisor
la autopista no es un lugar
sino un foco de atención
está al borde de reacciones incontrolables
mira cómo se angosta
cómo se hace túnel y se extiende al infinito
el infinito es un estado intermedio
despierta del sueño con los ojos cerrados
no sabe qué es real
ama la muerte
un parpadeo de luces altas
para quedar fuera del asfalto
las cosas son así
suena en el cerebro de piedra caliza
donde almacena los juicios
la autopista está bloqueada
los hombrecitos de nuevo pintando las líneas
poniendo carteles que se iluminan con la oscuridad
escucha sus voces
sus pequeñas lenguas producen tormentas eléctricas
se pasean por el asfalto como un elefante salvaje
la autopista duda si las metáforas son tóxicas
el camión duda si la autopista es tóxica
el elefante salvaje duda si es elefante
los hombrecitos son surcos blancos en el asfalto negro y espeso
la autopista quiere ser negra y espesa
ser las voces murciélago
las voces elefante
las voces polilla
la autopista no sabe que es todas las autopistas
el auto queda atrás
los hombrecitos corren con las maletas detrás del avión
pisando las líneas blancas
las líneas blancas son los poemas del asfalto
las líneas blancas de la carretera
que ahora forman la silueta del difunto
todos los puentes caerán porque nunca existieron
las negaciones no sirven
las afirmaciones no sirven
matices en movimiento escupen a las señales
para el volante las autopistas no son iguales
hay barrancos entre ellas
grandes diferencias que los puentes quieren disimular
los barrancos y su belleza
por qué no vamos hacia el barranco
la autopista no sabe que todo es un gran barranco disfrazado
el tiempo son las líneas blancas fragmentadas
pintadas por los hombrecitos en el asfalto
las líneas blancas suponen un orden
cuando son continuas no hay que adelantar
pero también las líneas blancas dan giros insospechados
como grillos en la noche hacen música para la huida perfecta
© Gladys Mendía, de los poemas
de: La silenciosa desesperación del sueño. Paracaídas Editores. Lima. 2010
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