Idea Vilariño. Verano

Idea-Vilariño

(Montevideo, 1920 – 2009)

 

Mediodía

Transparentes los aires, transparentes

la hoz de la mañana,

los blancos montes tibios, los gestos de las olas,

todo ese mar, todo ese mar que cumple

su profunda tarea,

el mar ensimismado,

el mar,

a esa hora de miel en que el instinto

zumba como una abeja somnolienta…

Sol, amor, azucenas dilatadas, marinas,

ramas rubias sensibles y tiernas como cuerpos,

vastas arenas pálidas.

Transparentes los aires, transparentes

las voces, el silencio.

A orillas del amor, del mar, de la mañana,

en la arena caliente, temblante de blancura,

cada uno es un fruto madurando su muerte.

 

 

Tarde

Cuerpos tendidos, cuerpos

infinitos, concretos, olvidados del frío

que los irá inundando, colmando poco a poco.

Cuerpos dorados, brazos, anudada tibieza

olvidando la sombra ahora estremecida,

detenida, espectante, pronta para emerger

que escuda la piel ciega.

Olvidados también los huesos blancos

que afirman que no es un sueño cada vida,

más fieles a la forma que la piel,

que la sangre, volubles, momentáneas.

Cuerpos tendidos, cuerpos

sometidos, felices, concretos,

infinitos…

Surgen niños alegres, húmedos y olorosos,

jóvenes victoriosos, de pie, como su instinto,

mujeres en el punto más alto de dulzura,

se tienden, se alzan, hablan,

habla su boca, esa un día disgregada,

se incorporan, se miran con miradas de eternos.

 

 

La noche

Es un oro imposible de comprender, un acabado

silencio que renace y se incorpora.

Las manos de la noche buscan el aire, el aire

se olvida sobre el mar,

el mar cerrado,

el mar,

solo en la noche, envuelto

en su gran soledad,

el hondo mar agonizando en vano…

El mar oliendo a algas moribundas y al sol,

la arena a musgo, a cielo, el cielo

a estrellas. La alta noche sin voces

deviniendo en sí misma, inagotada y plena,

es la mujer total con los ojos serenos

y el hombre silencioso olvidado en la playa,

el alto, el poderoso, el triste,

el que contempla,

conoce su poder que crea, ordena el mundo,

se vuelve a su conciencia que da fe de las cosas,

y el haz de los sentidos le limita la noche.

 

 

 

© herederos de Idea Vilariño

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