Sheila O’Hagan. Poemas

Sheila O'Hagan.jpg

(Dublín, ? – 2017)

 

Marte florecido

 

Por ejemplo si lloviera

en la Planicie de Crise

esas arenas ámbar

podrían engendrar cosas anfibias

en estanques mohosos

cinco ojos tal vez un abanico de miembros

sarcófagos helados dejarían escapar

los pájaros luminosos

vistos por los viejos astrónomos románticos

y en mares fríos

hombres peces susurrarían

mi amor oh mi amor

a las sirenas

 

puesto que dicen los sabios

un pequeño misil aquí

un temblor allá

y las blancas capas polares

se partirán

y el agua sepultada fluirá

en canales apacibles

por la faz arrugada

rumores de banco de bruma y cielo azul

Marte florecerá como un caleidoscopio

 

 

 

En la selva tropical

 

Primero el humo, vapores azules

sobre los árboles húmedos,

después un jadeo en la maleza;

astas de acero se precipitan,

una gran copa sobresaliente recibe la estocada,

un crujir de madera y brazos de raíz

afloran de la tierra sedienta;

los claros del cielo, flechas amarillas

atraviesan la oscuridad esmeralda.

 

 

 

El sueño del centurión

 

Los muertos, como rojas incisiones, son pájaros de fuego

entre los campos de flores de Panfilia.

Lo depositan solemnemente en la pira funeraria;

sus ojos doblegados por el sueño de la muerte.

 

Como el aire se une con el aire, su espíritu parte.

Puede verse. Es un ángel

con alas de origami que crujen suavemente.

Se remonta sobre el oro de los ríos

hasta ver desvanecerse el destello de las ciudades

y entra en el resplandor de Dios.

Ante una malla de cuerdas luminosas

la mirada de Dios lo retiene:

«Vuelve y sé mi mensajero».

 

Vienen a quemar a los muertos.

Una aureola lo cubre.

Sus camaradas se inclinan y escuchan susurradas las palabras:

«¿No huelen el paraíso en mi toga?».

 

 

 

© herederos de Sheila O’Hagan

© Gerardo Gambolini, de la versión al castellano

 

Thomas Kinsella. Tres poemas

thomas kinsella.jpg

(Dublín, 1928)

 

Ajenjo [1]

 

He vuelto a soñarlo: inmóvil de pronto

en la espesura, entre los árboles húmedos, aturdido,

temblando por momento, escuchando alejarse un eco apagado.

 

Un piso musgoso, casi incoloro, desaparece

bajo la recia lluvia entre las siluetas de los árboles.

Me esfuerzo, apreciando el eco un instante más.

 

Si pudiera conservarlo… familiar si pudiera conservarlo…

un árbol negro de doble tronco —dos árboles

que forman uno— eleva sus ramas confusas.

 

En su infinitesimal danza de crecimiento, los dos troncos

se han entrelazado por completo, su unión

una cicatriz lentamente retorcida, que reconozco…

Un rápido arco destella cruzando el aire,

una pesada espada en vuelo. Un golpe sordo:

el hierro se hunde en el corazón jadeante.

Volveré a soñarlo.

 

 

 

Ancestro

 

Estaba subiendo para decirle algo

y me detuve. Su perfil contra las cortinas

era viejo y sombrío como el de un ave de presa.

 

Fue su forma de posarse en el taburete,

mirando ensimismada, aferrando con una mano

la valla que rodeaba el escritorio

—o la cabeza inmovilizada por algo en su interior.

Y sin importarle nada ni nadie a su alrededor

allí, junto a los estantes.

Percibí un aroma tenue, almizclado y extraño.

 

Debí haber hecho algún ruido —dejó de mecerse

y cerró el puño en el regazo—; entonces se levantó,

bajó la tapa del escritorio y giró la llave.

Deslizó una pequeña botella debajo del delantal

y vino hacia mí, oscureciendo el pasillo.

 

Ancestro… entre cajas de dulces y frutas.

Su negro corazón…

¿Fue aquello un suspiro?

—rozándome al pasar en la penumbra,

el delantal recogido, atravesando las cortinas rojas

del lavadero hacia el cuarto de atrás.

 

 

 

Lágrima

 

Me hicieron entrar a verla.

Un fleco de cuentas de azabache

tintineó en mis oídos

al traspasar la cortina.

 

Me envolvió una penumbra morada.

Mi corazón se contrajo

ante el olor de órganos en desuso

y un riñón putrefacto.

 

El negro delantal donde solía

hundir mi cara

estaba doblado al pie de la cama

en la última pálida luz que llegaba de la ventana.

 

[Ve y dile adiós]

y fui empujado

hacia los abismos insondables.

Giré la vista hacia ella.

 

Miraba el techo fijamente

y se empolvaba una mejilla, distraída,

reclinada contra el espaldar,

descansando hasta el próximo ataque.

 

Las mantas se plegaban tocando casi

su boca,

que las líneas de mal genio

subrayaban todavía. Su cabello gris

 

completamente suelto como el

de una joven, por toda

la almohada, mezclado con las sombras

que le cruzaban la frente

 

y junto a la boca y los ojos,

como una red sujetando su cabeza contra la cama

y cayendo enmarañados hacia la sombra

que carcomía el piso a mis pies.

 

No podía moverme al principio ni lo deseaba,

por miedo a que pudiera darse vuelta y me indicara

[la madre de mi propio padre]

con voz apremiante

 

—con algún feroz susurro lisonjero—

que me escondiera una última vez

contra ella, y me enterrara

en su fango reseco.

 

¿Debía besarla? Cuando besara

la humedad que avanzaba por

las paredes floreadas

de aquella fosa.

 

Pero debía besarla.

Me arrodillé junto al cuerpo en el lecho de muerte

y hundí mi cara en el frío y el olor

de su delantal negro.

 

Rapé y almizcle, los pliegues contra mis párpados

me transportaron a un sitio abandonado

que olía a ceniza: paredes y techos irreconocibles

crujían pareciendo respirar.

 

Me vi revolviendo cenizas apagadas

buscando algún vestigio

de calor, cuando a lo lejos

en las bóvedas, oí caer

 

una gota. Y encontré

lo que estaba buscando

—ni fuego ni calor,

ni alivio alguno,

 

sino su voz, suave, hablándole a alguien

sobre mi padre… «Dios lo ayude, derramó

grandes lágrimas allí junto a la máquina

por la pobrecita». Gotas

 

brillantes sobre la tapa de madera

por mi pequeña hermana. Mi lamento de

cachorro cesó pronto,

con toda temprana conjetura

 

de triste melancolía y tedioso pesar

y permanece amargo en riguroso cautiverio.

¡Cómo lo sentía ahora—

su corazón latiendo en mi boca!

 

Resolló entrecortadamente,

empujó las mantas

y se estremeció con un gesto de cansancio.

Me incorporé

 

y dejé la habitación

prometiéndome que

la besaría realmente

cuando estaría realmente muerta.

 

Mi abuelo alzó apenas la vista del hogar

cuando asomé por la puerta, encogió los hombros

y volvió a clavar en el fuego

la mirada ausente.

 

Me quedé un momento a su lado,

incómodo, y salí hacia el taller.

Todavía había luz allí

y sentí que volvía a respirar.

 

La vejez puede digerir

cualquier cosa: la conmoción

ante las puertas del Cielo —la lucha que afrontamos

durante toda la vida.

 

Qué largo y duro se hace

hasta llegar al Cielo, a menos que uno,

como la pequeña Agnes,

se desvanezca en lágrimas tempranas.

 

 

© Thomas Kinsella, de los poemas.

© Gerardo Gambolini, de la versión al castellano.

 

 

N O T A

[1] Nombre de la estrella referida en el Apocalipsis [8, 10-11], en la que al caer a la Tierra transformó un tercio de las aguas en ajenjo, por lo cual los hombres se volvieron agrios y murieron.

Ejército de hadas. William Butler Yeats

"En Irlanda, empero, decimos que las hadas son inmortales"

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La voz irlandesa para “hada” es sheehogue [sidheóg], este es el diminutivo de “shee” en banshee [1]. Las hadas son deenee shee [daoine sidhe] [seres mágicos].

¿Quiénes son ellas? “Ángeles caídos que no fueron lo suficientemente buenos para poder salvarse, ni tampoco lo suficientemente malvados como para ser condenados”, dicen los campesinos. “Los dioses de la tierra”, afirma el Libro de Armagh. “Los dioses paganos de Irlanda”, dicen los anticuarios irlandeses, “los Tuatha De Danann, quienes al dejar de ser adorados y alimentados con ofrendas se desvanecieron del imaginario popular y ahora se encuentran distantes”. Y te dirán, como prueba, que los nombres de los jefes de las hadas son los nombres de los antiguos héroes Tuatha De Danann, y que los lugares en donde especialmente se reúnen son los lugares en los que fueron enterrados los Tuatha De Danann, y que solían ser llamados los slooa-shee [sheagh sidhe], es decir, los ejércitos de hadas, o Marcra shee, esto es, la caballería de las hadas.

Por otro lado, existe mucha evidencia que prueba que son ángeles caídos. Han habido testimonios sobre la naturaleza de estas criaturas, sobre sus caprichos, su manera de obrar con bondad por el simple hecho de hacer el bien; y también de su manera de obrar con maldad por el simple hecho de ser malos, y que poseen toda clase de encantos, excepto conciencia —consistencia. Son seres que se ofenden rápido si es que no hablas mucho sobre ellos; y nunca se les debe llamar de otra manera sino como “seres distinguidos” o también como daoine maithe, lo que en castellano quiere decir “seres bondadosos”. Tampoco son fáciles de complacer, ellas harán hasta lo imposible para mantener alejada la desgracia de ti, solo si les dejas un poco de leche en el umbral de la ventana por las noches. En general, la creencia popular habla mucho de ellas, nos cuentan cómo fue que cayeron y cómo no han sido todavía condenadas, ya que su maldad carece totalmente de malicia.

¿Son, acaso, “dioses de la tierra”? ¡Quizás! Muchos poetas y todos los escritores místicos y ocultistas en todas las épocas y países, han declarado que detrás de lo visible hay cadenas de cadenas de seres con conciencia, que no pertenecen a los cielos sino a la tierra, y que no han heredado su forma, sino que cambian de acuerdo a su voluntad, o según la mente de quien los observa. No puedes levantar tu mano sin influenciar y ser influenciado por algún tesoro. El mundo visible es meramente su piel. En nuestros sueños caminamos, jugamos y peleamos con ellas. Tal vez sean almas humanas en un crisol —estas criaturas de voluntad.

No se debe pensar que las hadas son siempre pequeñas. Todo sobre ellas obedece a sus caprichos, incluso su tamaño. Al parecer toman el tamaño y la forma que les plazca. Sus actividades más importantes son los festines, las luchas, hacer el amor y tocar la música más hermosa. Las hadas tienen solo una persona industriosa entre ellos, el lepra-caun —los hacedores de zapatos. Quizás ellas se despojan de sus zapatos cuando bailan. Cerca de la villa Ballisodare hay una pequeña mujer que vivió con ellas durante siete años. Cuando regresó a casa sus pies no tenían dedos —había bailado para ellas.

Tienen tres grandes festivales al año —la Noche de mayo, la Noche de verano y la Noche de noviembre. En la Noche de mayo, cada siete años, se pelean en rondas por la cosecha, por las mejores espigas del grano, pero usualmente lo hacen en «Plain-a-Bawn» [dondequiera que esté]. Un anciano me contó que las vio peleando una vez; ellas suelen arrancar los tejados de las casas en el medio de su pelea. Si alguien más hubiera estado cerca, habría visto apenas un gran viento girando las cosas dentro de él, como si el aire hubiese pasado. Cuando el viento pasa sobre los juncos y se marcha girando, esas son las hadas, y el campesino que las ve se quita el sobrero y dice “Dios las bendiga”.

En la Noche de verano, cuando las fogatas están encendidas en cada colina en honor a San Juan, son las más contentas y a veces arrebatan algunos hermosos mortales a sus novias.

En la Noche de noviembre [2] ellas se encuentran en tinieblas y esa noche es, de acuerdo con el antiguo cálculo gaélico, la primera noche de invierno. En ella las hadas bailan con los fantasmas, y el pooka [3] se encuentra lejos de ellas, las brujas preparan sus hechizos, las niñas ponen la mesa en nombre del diablo; así la búsqueda de su futuro amante puede llegar a través de la ventana al comerse la comida. Después de la Noche de noviembre las zarzamoras dejan de ser saludables porque el pooka las ha echado a perder.

Cuando están molestas paralizan a los hombres y al ganado con sus dardos mágicos, pero cuando están contentas cantan. Varias muchachas que han escuchado sus cantos han desfallecido y muerto de amor por aquellos cantos. Muchas de las más hermosas melodías de Irlanda son canciones suyas, y fueron aprendidas por aquellos que por curiosidad las han escuchado. Ninguno de los sabios aldeanos ha tarareado “La bella muchacha que ordeña la vaca” cerca del alba de las hadas, porque son muy celosas y no les gusta escuchar sus canciones en los ordinarios labios de un mortal. Carolan, el último de los bardos irlandeses, se quedó dormido en uno de estos días mágicos y luego de que las melodías de las hadas entraron en su cabeza se convirtió en el gran hombre que fue.

¿Ellas mueren? Blake vio el funeral de un hada; pero en Irlanda decimos que son inmortales.

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© William Butler Yeats, del texto

© Reinhard Huamán Mori, de la versión al castellano

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Notas

[1] La banshee es una especie de hada propia de Irlanda y Escocia cuyos lamentos son profetizan la muerte.

[2] Conocida originalmente como Samhain, la Noche de Noviembre marcaba el inicio de un nuevo ciclo cósmico en la que los muertos visitaban sus antiguos hogares. Tenía lugar el primer día del mencionado mes.

[3] El pooka proviene del céltico pok, es un personaje mágico que cambia de forma constantemente, usualmente en animales como cabras, asnos, caballos, águilas o toros.

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Cath Maige Tuired (Segunda batalla de Mag Tuired)

[FRAGMENTO*]


127. Cuando llegó el momento para la gran batalla, los Formoré marcharon de su campamento y se formaron en batallones indestructibles. No hubo jefe ni guerrero habilidoso entre ellos sin armadura alguna que protegiese su piel, un casco para su cabeza, una osada lanza en su mano derecha, una pesada y filuda espada colgando de su cinturón y un fuerte escudo sobre sus hombros. Aquel día, atacar a las huestes de los Formoré sería como “golpear una cabeza contra un acantilado”, como meter “una mano en el nido de una serpiente“, como “acercar el rostro al fuego”.

 

128. Estos fueron los reyes y líderes que arengaban los ejércitos Formoré: Balor hijo de Dot hijo de Net, Bres mac Elathan [1], Tuire Tortbuillech mac Lobois, Goll e Irgoll, Loscennlomm mac Lommgluinigh, Indech mac De Domnann, rey de los Formoré, Ochtriallach mac Indich, Omna y Bagna, Elatha mac Delbaith.

 

129. Por el bando contrario, los Tuatha De Danann se alzaron y dejaron nueve compañías para vigilar a Lug [2] y se dirigieron hacia la batalla. Pero cuando comenzó el combate, Lug escapó de la vigilancia que pesaba sobre sí camufándose como un conductor de carroza y se puso al frente del batallón de los Tuatha De Danann. Una vehemente y cruel lucha tuvo lugar entre las razas de los Formoré y los hombres de Irlanda [3].

 

Lug animaba a los suyos a pelear ferozmente para acabar con su cautiverio, pues era mejor para ellos encontrar la muerte protegiendo la tierra de sus ancestros que ser esclavo y pagar tributo como lo habían estado haciendo. Entonces, Lug pronunció el hechizo andando con un ojo cerrado y sobre un pie alrededor de los Tuatha De Danann [4].

 

130. Los ejércitos dieron un gran grito y arremetieron en combate. Entonces se encontraron cara a cara y empezaron a golpearse entre ellos.

 

131. Hermosos hombres cayeron en gran número en los patios de la muerte. Grandiosa fue la carnicería y los entierros que allí tuvieron lugar. Orgullo y vergüenza se hallaban codo a codo. Hubo ira e indignación. Abundantes fueron los ríos de sangre sobre la blanca carne de jóvenes guerreros mutilados a manos de intrépidos hombres mientras se lanzaban al peligro por vergüenza. Desagradable fue el ruido de la multitud de guerreros y campeones protegiendo sus espadas, sus escudos y sus cuerpos mientras otros los asestaban con lanzas y espadas. Desagradable fue también el tumulto sobre el campo de batalla —el alarido de los combatientes, el choque de sus radiantes escudos, los movimientos de las espadas y los sables con empuñaduras de marfil, el estruendo y el rechinar de las aljabas, los zumbidos y los silbidos de las lanzas y venablos, los golpes ruidosos de las armas—.

132. Mientras se atacaban unos a otros, las puntas de sus dedos casi se tocaban con sus pies, pues la sangre vertida debajo de ellos se tornaba resbalosa y les hacía caer, sus cabezas eran decapitadas mientras permanecían en el suelo. Una sangrienta, tenaz, cruenta y mortal batalla estaba teniendo lugar, y las astas de las lanzas estaban teñidas con la sangre de las manos de sus adversarios.

 

133. Entonces, Nuadu Mano de Plata y Macha, hija de Ernmas, cayeron a manos de Balor, nieto de Net. Casmael cayó a manos de Ochtriallach, hijo de Indech. Lug y Balor, el de los ojos penetrantes, se encontraron frente a frente. Este último tenía un ojo destructor que nunca abría, excepto en el campo de batalla. Cuatro hombres le levantaron el párpado del ojo con un anillo pulido que tenía en dicho párpado. Todo ejército que mirase aquel ojo, aún cuando fueran cientos en número, no ofrecería resistencia a los guerreros enemigos. Tenía un venenoso poder debido a esta razón: una vez los druidas de su padre se encontraban preparando brebajes mágicos. Él se acercó y miró a través de la ventana y los humos de la cocción afectaron su ojo y el poder venenoso de aquel líquido entró en él. Entonces, él y Lug se encontraron…

 

134. “Levanta mi párpado, muchacho”, dijo Balor, “y así podré ver al locuaz compañero que me está hablando”.

 

135. El muchacho levantó el párpado de Balor. Entonces, Lug le lanzó una piedra que le arrancó de la cabeza el ojo y dio a parar sobre su propio ejército que se quedó mirándolo. El ojo cayó sobre las huestes de los Formoré y veintisiete de ellos murieron, y la corona de su cabeza se estrelló contra el pecho de Indech mac De Domnann y un chorro de sangre brotó de sus labios.

 

136. “Permite que Loch Lethglas, mi poeta, (“Medio Verde”) se acerque a mí”, dijo Indech (él era medio verde desde el suelo hasta la corona en su cabeza). Este fue hacia él. “Encuentra a aquel que me lanzó esa piedra”, dijo Indech. Entonces, Loch Lethglas preguntó: “Que confiese quién es aquel hombre…”

Y Lug le respondió con estas palabras:

“Un hombre la lanzó… el cual no te teme”.

 

137. Y llegó, entonces, Morrigan, hija de Ernmas, para incentivar a los Tuatha De Danann a pelear ferozmente. Ella entonó el siguiente poema : “¡Reyes, levántese en combate!… ”.

 

138. Inmediatamente después estalló la batalla y los Formoré fueron replegados hacia el mar. El campeón Ogma, hijo de Elatha, e Indech mac De Domnann se enfrentaron en un combate personal.

 

139. Loch Lethglas pidió cuartel a Lug. “Concédeme tres peticiones”, le dijo Lug.

 

140. “Las tendrás”, repuso Loch. “Eliminaré vuestra necesidad de defenderse de los Formoré en Irlanda para siempre; y cualquiera que sea la sentencia que salga de tu boca ante alguna situación difícil, ella resolverá dicho asunto hasta el fin de los días”.

 

141. De este modo, Loch fue perdonado. Luego recitó “El decreto del cierre” a los Gaels…

 

142. Entonces, Loch dijo que por haber sido perdonado le daría nombre a las nueve carrozas de Lug. Este dio su venia para que así lo hiciese. Loch respondió diciendo: “Luachta, Anagat, Achad, Feochair, Fer, Golla, Fosad, Craeb, Carpat”.

 

143. Luego le preguntó: “¿Cuáles son los nombres de los conductores que iban en ellos?”.

— “Medol, Medon, Moth, Mothach, Foimtinne, Tenda, Tres, Morb”.

 

144. “¿Cuáles son los nombres de las aguijadas que tenían entre sus manos?”.

— “Fes, Res, Roches, Anagar, Each, Canna, Riadha, Buaid”.

 

145. “¿Cuáles son los nombres de los caballos?”.

— “Can, Doriadha, Romuir, Laisad, Fer Forsaid, Sroban, Airchedal, Ruagar, Ilann, Allriadha, Rocedal”.

 

146. “Otra pregunta: ¿cuál es el número de las bajas?”, inquirió Lug a Loch.

— “No sé cuál será el número de los labriegos ni el de los plebeyos. En cuanto al número de los señores, nobles, campeones y reyes Formoré sí lo sé: 3 + 3 x 20 + 50 x 100 hombres + 20 x 100 + 3 x 50 + 9 x 5 + 4 x 20 x 1000 + 8 + 8 x 20 + 7 + 4 x 20 + 6 + 4 x 20 + 5 + 8 x 20 + 2 + 40, incluyendo al nieto de Net y 90 hombres más. Ese es el número de las bajas de los reyes Formoré y de los nobles que cayeron en la lucha”.

 

147. “Pero en cuanto al número de labriegos, de gente común y demás plebeyos y gente de todos los oficios que acompañaron al gran ejército —cada guerrero, cada noble y cada rey Formoré vino al combate con sus propios sirvientes, y todos ellos cayeron muertos, tanto los hombres libres como los esclavos— cuento solamente algunos de los criados de los reyes. Este es el número de aquellos que conté según iba observando: 7 + 7 x 20 x 20 x 100 x 100 + 90, incluyendo a Sab Uanchennach hijo de Coirpre Colc, hijo de un criado de Indech mac De Domnann (es decir, el hijo de un sirviente del rey Formoré).

 

148. “En cuanto a los hombres que lucharon en parejas y los lanceros, guerreros que no alcanzaron el corazón de la batalla pero que también cayeron —hasta que las estrellas del cielo puedan ser contadas, y las arenas de los mares, y los caballos del hijo de Lir en una tormenta en el mar— hasta entonces jamás podrán ser contados”.

 

149. Inmediatamente después de aquello, los Tuatha De Danann hallaron la oportunidad de matar a Bres mac Elatha. Este dijo: “Es mejor que me sea concedido el perdón y no la muerte”.

 

150. “¿Por qué habría de hacer eso?”, preguntó Lug.

“Las vacas de Irlanda siempre darán leche si soy perdonado”, contestó Bres.

“Lo consultaré con nuestros sabios”, repuso Lug.

 

151. Lug acudió donde Maeltne Morbrethach y le dijo: “¿Debería ser Bres perdonado por darnos la leche de las vacas de Irlanda por siempre?”.

 

152. “Él no debe ser perdonado”, contestó Maeltne. “Él no tiene poder alguno sobre sus edades o sobre sus partos, aunque controle su leche mientras vivan”.

 

153. Entonces, Lug se dirigió a Bres: “Aquello no te salvará, tú no tienes ningún poder sobre sus edades o sobre sus partos, aunque controle su leche mientras vivan”.

 

154. Bres contestó: “¡Maeltne te ha dado amargos consejos!”.

 

155. “Es que hay algo más que pueda salvarte la vida, Bres?”, interrogó Lug.

“De hecho, sí que lo hay. Dile a tu consejero que tu gente recibirá en recompensa una cosecha cada tres meses si mi vida es perdonada”.

 

156. Lug acudió donde Maeltne: “¿Debería ser Bres perdonado por dar a cada uno de los hombres de Irlanda una cosecha cada tres meses?”.

 

157. “Eso a nosotros nos viene muy bien”, repuso Maeltne. “La primavera es buena para el arado y para la cosecha; el inicio del verano para alcanzar la dureza del grano; el inicio del otoño para completar la madurez del grano y para su cosecha. El invierno es bueno para alimentarnos de él”.

 

158. “Esto no te salvará”, replicó Lug a Bres.

“Maeltne te ha dado amargos consejos”, le contestó.

 

159. “Por menos te salvarías”, dijo Lug.

“¿Cómo, entonces?”, preguntó Bres.

 

160. “¿Cómo trabajarán la tierra los hombres de Irlanda? ¿Cómo sembrarán? ¿Cómo cosecharán? Solo si sabes todas esas cosas podrás ser salvado?”.

“Diles, entonces, que aren los días martes, que siembren las semillas en los campos los días martes y que los martes sean los días de la cosecha”.

 

161. Y gracias a aquel consejo Bres fue liberado.

guerreros celtas

 

NOTAS

[*] La extensión de este texto es de 167 cantos, pero el fragmento que presentamos se centra en el combate y posterior victoria de los Tuatha de Danann.

[1] Originalmente, Bres mac Elathan, conocido también como Bres el Hermoso, era el rey de los Tuatha De Danann. De padre Formoré y madre Tuatha De Danann, Bres fue proclamado rey de estos últimos, sin embargo, pesó en él su linaje paterno y traicionó a sus súbditos aliándose con los Formoré para asesinarlos. Por ello Bres figura como uno de sus jefes.

[2] También conocido como “Samildanach”, es decir, el que conoce todas las artes, Lug era un héroe muy importante para los Tuatha De Danann, ya que su sola persona era capaz de realizar todos los oficios de los hombres, incluyendo las artes mágicas. Por ello gozaba del aprecio de Nuadu, el rey de los Tuatha De Danann, quien decidió protegerlo antes que arriesgarlo en la batalla.

[3] Este apelativo es otra manera para aludir a los Tuatha De Danann.

[4] Es importante acotar que la magia y los poderes ocultos son muy importantes para los Tuatha De Danann, ya que gracias a ellos pudieron tomar ventaje sobre los Formoré, quienes no encuentran el modo de contrarrestar los conjuros enemigos. Previo al combate, los hombres de Irlanda lanzaron encantamientos sobre las piedras y las armas para que destruyeran a los formorianos. Todo este despliegue y dominio de estas artes está explicada en los siete primeros cantos de esta gesta, en la que se narra su aprendizaje: “1. Los Tuatha De Danann se encontraban en las islas septentrionales del mundo instruyéndose en el saber oculto y la hechicería, en las artes druídicas y en las habilidades mágicas hasta que superaron a los sabios de las artes paganas”.

 

 

© Reinhard Huamán Mori, de la traducción.

Publicado originalmente en la revista BOCA DE SAPO, nº 6. Buenos Aires, 2010.


Cu Chulainn, el perro de Irlanda

Tarot celta con la imagen del héroe


De la muerte del perro del herrero por Cu Chulainn y de la razón por la que es llamado así

Entonces, Cormac Conlongas [1] hijo de Conchobar [2] habló: “Otra vez que ese joven muchacho realiza una segunda hazaña al año siguiente”. “¿Qué hazaña era esa?” preguntó Ailill [3].

«Hubo un buen herrero en las tierras de Ulster, Culann el herrero [4], tenía por nombre. Él preparó un banquete para Conchobar y arregló que Emain [5] lo invite. Él le hizo saber que solamente algunos debían venir con él y que él no debía traer a ninguno a menos que fuera un verdadero invitado, puesto que no eran suyos esos territorios o tierras, solamente la fruta de sus dos manos, sus trineos y yunques, sus puños y sus tenazas. Conchobar contestó que solamente unos pocos irían con él.

“Culann regresó a la herrería para preparar y alistar la carne y la bebida en la celebración para el rey. Conchobar acampó en Emain hasta que fuera el tiempo del banquete, hasta que llegase el ocaso del día. Entonces, el rey se vistió con sus finas y ligeras ropas. Luego, Conchobar entró al verde campo, y vio algo que lo asombró: 150 muchachos al final del campo y un muchachito solo en el otro extremo, y el muchachito había ganado en la meta y en el hurling [6] de entre todos los 150 muchachos.

Cuando era hora del juego del agujero —un juego de hoyos que se jugaba en los verdes campos de Emain— y fue el turno de los muchachos de meter la pelota y el turno del muchacho de proteger el hoyo, este atrapó las 150 bolas justo antes de que se introduzcan en el agujero, y ninguna entró ahí. Cuando fue el turno de los muchachos de proteger el hoyo y el de él de meterla, este introdujo las 150 pelotas en el agujero sin fallar, y los muchachos no pudieron tapar ninguna. Cuando fue el momento de que todos trataran de quitar la ropa con la que habían jugado al otro, el muchacho les arrancó los 150 trajes de modo que ellos quedaron casi desnudos, y entre todos no pudieron quitarle más que el broche de su capa. Cuando llegó el momento de la lucha [7], él arrojó a aquellos 150 muchachos a la tierra y se puso encima de todos, y ninguno tuvo éxito en tratar de levantarlo.

Conchobar miraba con maravilla al muchachito. “Oh, ustedes los jóvenes,” gritó Conchobar. “¡Salve la tierra de donde viene el muchacho, si es que las hazañas de su hombría son como las de su juventud!” “No es justo hablar así,” exclamó Fergus; “mientras que el muchacho crezca, así crecerán sus hazañas con él.” “Llamen al muchacho para que pueda venir con nosotros y así goce del banquete al cual vamos.” Convocaron al muchacho donde Conchobar. «Bien, mi muchacho,» dijo Conchobar, “vente con nosotros para que disfrutes del banquete al que vamos, porque tú eres digno de ser invitado”. “No, yo no iré,” respondió el muchachito. “¿Por qué?” preguntó Conchobar. “Por que los muchachos todavía no han tenido suficiente de juegos y de deportes, y no los dejaré hasta que hayan tenido suficiente”. “Es demasiado tiempo para que aguardemos por ti, muchachito, y de ninguna manera nosotros esperaremos.” “Vaya entonces,” dijo el muchacho, “que yo lo seguiré después”. “Nada conoces del camino, muchachito,” dijo Conchobar. “Yo seguiré el rastro de la compañía y de los caballos y de los carros.”

Después de eso, Conchobar llegó a la casa de Culann, el herrero. El rey estaba siendo esperado por todos, quienes se presentaron ante él como conviene a sus rangos, nombres y privilegios, nobleza y gentil talento. Pajas y frescas espadañas fueron esparcidas bajo sus pies. Entonces, comenzaron a beber y alegrarse. Culann le preguntó a Conchobar: “Oh, Rey ¿has escogido a alguien para que venga esta noche a esta tierra?” “No, no he elegido a nadie,” contestó Conchobar porque se había olvidado del muchacho al que había ordenado que viniera con él. “¿Por qué?” preguntó Conchobar. “Tengo un excelente sabueso que fue traído de España. Cuando su cadena se suelta, nadie se atreve a acercarse al lugar donde está, porque no conoce a nadie más que a mí. El poder de miles radica en él gracias a su fuerza”.

Luego, Conchobar habló: “Deja que abran la jaula para que el perro pueda proteger las tierras.” Entonces, le retiran la cadena al perro, y luego este comienza a pasearse por las tierras. Al final, se acerca al montículo sobre el que acostumbra descansar y ahí se reclina, con la cabeza acostada sobre sus patas, indomablemente salvaje, furioso, bestial, feroz y listo para la lucha.

En cuanto a los muchachos que estaban jugando: ellos se quedaron en Emain hasta que llegó el tiempo para que se marchen. Cada uno regresó a casa de su padre y de su madre, de su nodriza y del esposo de su nodriza. Y el muchachito siguió el rastro de la fiesta, hasta que alcanzó la casa de Culann, el herrero. Él acortó el camino mientras llegaba con todos los implementos de su juego. Cuando estuvo cerca del campo de la fortaleza en donde estaban Culann y Conchobar, se deshizo de todas las cosas de su juego excepto por la pelota.

El perro guardián divisó al muchacho y le ladró, de modo que en todo el campo fue oído el aullido del sabueso. Y ninguna división de los que estaban en el banquete sabían lo que el perro iba a hacer con el joven, que no era otra cosa que tragarlo de un golpe hasta más allá de la cavidad de su tórax y de la anchura de su garganta y de la chimenea de su pecho. Y el muchacho no tenía con él ningún medio de defensa, entonces lanzó la pelota con tanto acierto que pasó a través del esófago del cuello del perro guardián y lanzó sus intestinos hasta detrás de una puerta que se encontraba tras el sabueso, y el muchacho agarró al perro por las dos piernas y lo estrelló contra una pilar de piedra que se hallaba cerca a él, de modo que cada miembro del perro salió disparado, con lo que este quedó esparcido por toda la tierra.

Conchobar oyó el ladrido del perro. “Alas, Oh, guerreros” gritó Conchobar; “En mala suerte hemos venido a disfrutar de este banquete”. “¿Por qué?” preguntaron todos. “El muchacho que ha venido a encontrarme, el hijo de mi hermana, Setanta hijo de Sualtaim, está acabado por culpa del sabueso.” Como si fuesen un solo hombre, se levantaron todos los renombrados caballeros de Ulster. Sin embargo, aunque una puerta de la posada estaba abierta de par en par, ellos acometieron con dirección contraria hacia afuera sobre la empalizada de la fortaleza. Pero más rápido que todos fue Fergus, y fue él quien levantó al muchacho de la tierra y lo puso sobre su hombro y lo llevó a la presencia de Conchobar.

Y Culann salió, y vio a su perro asesinado en muchos pedazos. Sintió su corazón golpear contra su pecho. Pero, sucedió entonces que Culann entró y dijo: “Bienvenida sea tu llegada, muchacho, por tu madre y tu padre, pero no lo sea por tus propias razones. Hubiera preferido no haber hecho ningún banquete.” “¿Qué tienes contra el muchacho?”, preguntó Conchobar. “No es sin suerte que tú hayas llegado para beber de mi ale [8] y comer de mi comida; porque mi esencia es ahora una riqueza echada a perder, y mi sustento es un sustento ahora perdido después de lo de mi perro. Bueno era el amigo que tú me has robado, aunque un perro, él cuidó mi rebaño y mis manadas y existió por mí.”

“No te encolerices por esto, Oh, Culann, mi amo,” dijo el muchacho. “No es ningún gran problema, porque daré un juicio justo sobre él.” “¿Qué juicio sobre esto harás, muchacho?” preguntó Conchobar. “Si hay algún cachorro de la casta de ese perro en Erin [9], él será criado por mí hasta que esté apto para el negocio al igual que su padre. Hasta entonces yo mismo seré el sabueso que protegerá sus rebaños y sus ganados y su tierra y a él mismo.”

“Buen juicio has dado, muchacho,” dijo Conchobar. “En verdad, nosotros mismos no podríamos dar uno que fuera mejor,” dijo Cathba [10]. “¿Por qué de esto no tomas el nombre de Cu Chulainn, [‘el sabueso de Culann’]?” “No” contestó el muchacho; “más querido para mí es mi propio nombre, Setanta hijo de Sualtaim.” “No digas eso, muchacho,” continuó Cathba; “los hombres de Erin y de Alba [11] escucharán ese nombre y las bocas de los hombres de Erin y Alba se llenarán con ese nombre!” “Me complace, sea cualquiera el nombre que se me dé,” dijo el muchacho. Por lo tanto el famoso nombre se quedó con él, a saber Cu Chulainn, luego de que hubo matado al sabueso de Culann, el herrero.

“Un pequeño muchacho hizo esta hazaña,” agregó Cormac Conlongas hijo de Conchobar, “él había completado seis años desde su nacimiento, cuando mató al perro guardián que ni los huéspedes ni los ayudantes se atrevieron a ocupar el mismo lugar que el del sabueso. No habrá necesidad de maravilla o de sorpresa cuando él venga al mando de ejércitos, cuando él corte el tenedor de cuatro dientes, cuando mate a un hombre o a dos hombres o a tres hombres o a cuatro hombres, cuando sus 17 años se hayan completado en las luchas de Cuailnge! [12]

© Carlos Villacorta, de la versión al castellano.

Notas

[1] Cormac Conlongas era el hijo mayor de Conchobar, y era conocido como “el del exilio inteligente” debido a las tierras que tomó y dispuso como refugio para la seguridad de los desterrados hijos de Usnech.

[2] Rey de Ulster, en la zona de Emain Macha. Fue hijo del druida Cathba y de Ness, e hijo adoptivo de Fachtna Fatach. También es conocido como Connor mac Nessa.

[3] Rey de Connacht y esposo de Medb.

[4] Culan, el Herrero.

[5] Se refiere a la región de Emain Macha situada al norte de Irlanda. Según la mitología irlandés fue fundada por la diosa Macha en el siglo V o VI a.C.

[6] Deporte tradicional irlandés parecido al fútbol. Se usa una pelota llamada sliothar compuesta de corcho y forrada de cuero que se coge con el hurley, camán, o stick, y debe ser transportada hasta la portería.

[7] Se refiere a la competencia de la lucha cuerpo a cuerpo.

[8] Cerveza inglesa.

[9] Antiguo nombre poético de Irlanda.

[10] Jefe druida en la corte de Conchobar, y de acuerdo con algunos textos, fue el padre natural del rey Conchobar.

[11] Antiguo nombre poético de Escocia.

[12] Cuailnge es la palabra irlandesa para Cooley, un montañoso distrito ubicado entre Dundalk Bay y Drogheda, en los señoríos de Lower Dundalk, en el condado de Louth. Originalmente, se extendía hasta el condado Down y su nombre es ahora usado para nombrar el lado sureño de las montañas Carlingford. Cormac Conlongas hace aquí alusión a la guerra contra la región de Ulster por la reina Maeb de la región de Connacht. Será a los 17 años que el joven Cu Chulainn tendrá que enfrentarse solo contra el ejército de Maeb. Este relato se encuentra en el texto “Táin Bó Cuailnge”.

Vida de San Patricio [atribuida a Nenio]

San Patricio, patrono de Irlanda

El siguiente texto ha sido extraído de la Historia del pueblo Bretón, cuya autoría es atribuida a Nenio [1], la cual no es sino una compilación que ofrece una panorámica de los antiguos habitantes celtas que se establecieron en Gran Bretaña. La obra se extiende desde los principios de las edades religiosas del mundo y los orígenes míticos hasta el definitivo establecimiento de los invasores anglosajones, luego de muchas luchas y conquistas, a fines del siglo VII. Dentro de la Historia del pueblo Bretón se presentan también temas que nos hablan de los otros pueblos que habitaron la isla, como los pictos del norte y los escotos o irlandeses, la época de la dominación romana, San Patricio y las oleadas evangelizadoras, así como el período de los reyes y la leyenda de Arturo. A pesar de ello, su método histórico se limita solamente a consignar los datos que dispone, sin la mediación de un juicio crítico, sustentándose de lecturas erróneas o confusas de los hechos por parte del autor. No obstante, su valor e importancia radica en el punto de vista literario, ya que la Historia del pueblo Bretón es la primera obra latina que habla de un cúmulo de leyendas, como la artúrica, o toda la historia legendaria de Gran Bretaña y algunas narraciones hagiográficas; y porque también refleja la historia cultural del Gales de su época. Además de ello, su influencia se extendió hasta otros historiadores insulares posteriores, entre los que destaca Geoffrey de Monmouth que, con su Historia de los reyes de Britania, constituye otro monumento de la literatura latina galesa.

50. San Patricio [2] era en aquel tiempo cautivo de los escotos. Su señor se llamaba Milchu y él era su porquerizo. A los 17 años regresó de su cautiverio, por voluntad de Dios fue después educado en las letras sagradas y fue a Roma donde residió por largo tiempo. Se esforzó en leer y comprender los misterios de Dios y las Santas Escrituras. Y cuando ya llevaba allí siete años, fue enviado el obispo Paladio, en un primer viaje, por el obispo y Papa de Roma, Celestino, al país de los escotos, para convertirlos a Cristo; pero Dios se lo impidió por medio de unas tempestades, porque nadie puede recibir algo en la tierra si no le es concedido por el cielo. Y marchó Paladio de Hibernia [3] y arribó a Britania y allí murió, en tierras de los pictos.

51. Llegada la noticia de la muerte del obispo Paladio, durante el reinado de Teodosio y de Valentiniano, otro legado, Patricio, fue enviado a los escotos para convertirlos a la fe de Cristo, por mandato de Celestino, Papa romano, después de habérselo aconsejado en ángel del Señor [4] cuyo nombre era Víctor, y persuadido el obispo San Germán. Este envió con él a otro de más edad, Segero, a la presencia de un hombre admirable, el obispo de más autoridad, que vivía cerca del rey Amateo. Allí el santo, sabiendo todo lo que le iba a ocurrir, recibió la ordenación episcopal, siendo rey Amateo, como santo obispo, y tomó el nombre de Patricio, porque antes se llamaba Maun. Auxilio, Iserino y otros de menor grado fueron a la vez ordenados con él.

52. Entonces, recibidas las bendiciones, y tras partir en nombre de la Santa Trinidad, ascendió a la nave que estaba preparada y llegó a Britania. Allí predicó no muchos días y luego, después de dejar atrás todos los avatares de la navegación, con gran velocidad y viento favorable, penetró en el mar Hibérnico con una nave. Y, cargada la nave con maravillas de ultramar y tesoros espirituales, llegó a Hibernia y los bautizó.

53. Desde el principio del mundo hasta el bautismo de los hibernienses hay 5530 años. En el quinto año del rey Loegaire comenzó a predicar la fe de Cristo.

54. Y así, San Patricio predicó el evangelio de Cristo a las naciones extranjeras durante 40 años; practicaba las virtudes apostólicas, iluminaba a los ciegos, limpiaba a los leprosos, hacía oír a los sordos, hacía huir a los demonios de los cuerpos poseídos, resucitó a los muertos hasta un número de nueve, redimió a muchos cautivos de uno y otro sexo con sus propios bienes. Escribió 365 ó más opúsculos doctrinales. También fundó iglesias en el mismo número, 365. Ordenó 365 ó más obispos, en los cuales estaba el espíritu de Dios. Ordenó hasta tres mil presbíteros y a 12 mil hombres en una región, en Conaugth los convirtió a la fe de Cristo y los bautizó; y a siete reyes, que eran hijos de Amolgith, los bautizó en un solo día. Durante 40 días y 40 noches ayunó en la cima del monte Eile, esto es en Cruachan Eile; y en esta colina, que se elevaba hacia el cielo, hizo piadosamente tres peticiones por aquellos de los hibernienses que había recibido la fe de Cristo. La primera petición fue, como dicen los escotos, que cada uno hiciera penitencia, aunque estuviera en el último momento de su vida; la segunda, que no fuesen nunca dominados por los extranjeros; la tercera, que no sobreviviera ningún hiberniense en la llegada del Juicio, y por ello perecerán en honor a San Patricio siete años antes del Juicio. Y desde aquella altura bendijo a los pueblos de Hibernia y desde allí ascendió para orar por ellos y ver el fruto de su labor. Entonces, llegaron a él innumerables aves de muchos colores, para que las bendijera, lo cual simboliza que todos los santos de los hibernienses, de uno y otro sexo, llegarán a él el día del Juicio, a su padre y a su maestro para seguirlo al Juicio. Después, en su buena vejez, emigró a donde ahora se alegra por los siglos de los siglos amén.

55. De cuatro modos se parecen Moisés y Patricio, esto es: en el ángel que le habló de una zarza ardiente; en segundo lugar, ayunó en el monte durante 40 días y 40 noches; en tercer lugar, fueron similares por la edad de 120 años; en cuarto lugar, nadie conoce su sepulcro, sino que fue enterrado en secreto, sin que nadie lo supiera. Después de haber estado 15 años de cautividad, en el 25 año es elegido en sustitución [de Paladio] por el santo obispo Amateo y 85 años predicó en Hibernia. El asunto exigía hablar más extensamente de San Patricio, pero a favor de la brevedad, he querido resumir.

© Gloria Torres Asenjo, de la traducción.

Notas

[1] Las confusiones sobre la autoría de la Historia del pueblo Bretón se deben a que en una lectura profunda se detectan saltos narrativos y puntos sin coherencia, lo que supone que la obra fue escrita durante varios estadios. Algunos estudiosos como Schoell, Momsen, Haeger, Gaston Paris, Faral y Lot creen que Historia del pueblo Bretón tuvo una etapa nuclear trabajada por un autor desconocido y que, finalmente, fue Nenio quien le dio su aspecto definitivo. A. de la Borderie también creía en la etapa nuclear, pero le atribuía la autoría a diversos copistas. De acuerdo con Zimmer, la obra es de un autor único llamado Nenio, pero admitía que la obra había pasado por diversas etapas de escritura. Por su parte, Liebermann se basaba en las ideas de Zimmer; sin embargo, cree que Nenio trabajó la Historia del pueblo Bretón a partir de la reelaboración de un texto que ya había sido redactado antes.

[2] Se cree que las posibles fuentes de las que se sirvió Nenio para narrar los hechos de este santo a mediados del siglo V fueron dos. La primera la vida compuesta por Miurchu Maccu Machtheni, escrita entre el 697 y el 700. La segunda es la obra de Tirechan, compuesta hacia la segunda mitad del siglo VII. Agradecemos a la autora de la versión al castellano, Gloria Torres Asensio, por permitirnos publicar este extracto de la obra de Nenio. Historia del pueblo Bretón. Introducción, traducción y notas por Gloria Torres Asensio. Barcelona. PPU. 1989.

[3] «Hibernia» era la designación en latín para Irlanda.

[4] Ángelus era un título dado a los obispos.