
[FRAGMENTO*]
127. Cuando llegó el momento para la gran batalla, los Formoré marcharon de su campamento y se formaron en batallones indestructibles. No hubo jefe ni guerrero habilidoso entre ellos sin armadura alguna que protegiese su piel, un casco para su cabeza, una osada lanza en su mano derecha, una pesada y filuda espada colgando de su cinturón y un fuerte escudo sobre sus hombros. Aquel día, atacar a las huestes de los Formoré sería como “golpear una cabeza contra un acantilado”, como meter “una mano en el nido de una serpiente“, como “acercar el rostro al fuego”.
128. Estos fueron los reyes y líderes que arengaban los ejércitos Formoré: Balor hijo de Dot hijo de Net, Bres mac Elathan [1], Tuire Tortbuillech mac Lobois, Goll e Irgoll, Loscennlomm mac Lommgluinigh, Indech mac De Domnann, rey de los Formoré, Ochtriallach mac Indich, Omna y Bagna, Elatha mac Delbaith.
129. Por el bando contrario, los Tuatha De Danann se alzaron y dejaron nueve compañías para vigilar a Lug [2] y se dirigieron hacia la batalla. Pero cuando comenzó el combate, Lug escapó de la vigilancia que pesaba sobre sí camufándose como un conductor de carroza y se puso al frente del batallón de los Tuatha De Danann. Una vehemente y cruel lucha tuvo lugar entre las razas de los Formoré y los hombres de Irlanda [3].
Lug animaba a los suyos a pelear ferozmente para acabar con su cautiverio, pues era mejor para ellos encontrar la muerte protegiendo la tierra de sus ancestros que ser esclavo y pagar tributo como lo habían estado haciendo. Entonces, Lug pronunció el hechizo andando con un ojo cerrado y sobre un pie alrededor de los Tuatha De Danann [4].
130. Los ejércitos dieron un gran grito y arremetieron en combate. Entonces se encontraron cara a cara y empezaron a golpearse entre ellos.
131. Hermosos hombres cayeron en gran número en los patios de la muerte. Grandiosa fue la carnicería y los entierros que allí tuvieron lugar. Orgullo y vergüenza se hallaban codo a codo. Hubo ira e indignación. Abundantes fueron los ríos de sangre sobre la blanca carne de jóvenes guerreros mutilados a manos de intrépidos hombres mientras se lanzaban al peligro por vergüenza. Desagradable fue el ruido de la multitud de guerreros y campeones protegiendo sus espadas, sus escudos y sus cuerpos mientras otros los asestaban con lanzas y espadas. Desagradable fue también el tumulto sobre el campo de batalla —el alarido de los combatientes, el choque de sus radiantes escudos, los movimientos de las espadas y los sables con empuñaduras de marfil, el estruendo y el rechinar de las aljabas, los zumbidos y los silbidos de las lanzas y venablos, los golpes ruidosos de las armas—.
132. Mientras se atacaban unos a otros, las puntas de sus dedos casi se tocaban con sus pies, pues la sangre vertida debajo de ellos se tornaba resbalosa y les hacía caer, sus cabezas eran decapitadas mientras permanecían en el suelo. Una sangrienta, tenaz, cruenta y mortal batalla estaba teniendo lugar, y las astas de las lanzas estaban teñidas con la sangre de las manos de sus adversarios.
133. Entonces, Nuadu Mano de Plata y Macha, hija de Ernmas, cayeron a manos de Balor, nieto de Net. Casmael cayó a manos de Ochtriallach, hijo de Indech. Lug y Balor, el de los ojos penetrantes, se encontraron frente a frente. Este último tenía un ojo destructor que nunca abría, excepto en el campo de batalla. Cuatro hombres le levantaron el párpado del ojo con un anillo pulido que tenía en dicho párpado. Todo ejército que mirase aquel ojo, aún cuando fueran cientos en número, no ofrecería resistencia a los guerreros enemigos. Tenía un venenoso poder debido a esta razón: una vez los druidas de su padre se encontraban preparando brebajes mágicos. Él se acercó y miró a través de la ventana y los humos de la cocción afectaron su ojo y el poder venenoso de aquel líquido entró en él. Entonces, él y Lug se encontraron…
134. “Levanta mi párpado, muchacho”, dijo Balor, “y así podré ver al locuaz compañero que me está hablando”.
135. El muchacho levantó el párpado de Balor. Entonces, Lug le lanzó una piedra que le arrancó de la cabeza el ojo y dio a parar sobre su propio ejército que se quedó mirándolo. El ojo cayó sobre las huestes de los Formoré y veintisiete de ellos murieron, y la corona de su cabeza se estrelló contra el pecho de Indech mac De Domnann y un chorro de sangre brotó de sus labios.
136. “Permite que Loch Lethglas, mi poeta, (“Medio Verde”) se acerque a mí”, dijo Indech (él era medio verde desde el suelo hasta la corona en su cabeza). Este fue hacia él. “Encuentra a aquel que me lanzó esa piedra”, dijo Indech. Entonces, Loch Lethglas preguntó: “Que confiese quién es aquel hombre…”
Y Lug le respondió con estas palabras:
“Un hombre la lanzó… el cual no te teme”.

137. Y llegó, entonces, Morrigan, hija de Ernmas, para incentivar a los Tuatha De Danann a pelear ferozmente. Ella entonó el siguiente poema : “¡Reyes, levántese en combate!… ”.
138. Inmediatamente después estalló la batalla y los Formoré fueron replegados hacia el mar. El campeón Ogma, hijo de Elatha, e Indech mac De Domnann se enfrentaron en un combate personal.
139. Loch Lethglas pidió cuartel a Lug. “Concédeme tres peticiones”, le dijo Lug.
140. “Las tendrás”, repuso Loch. “Eliminaré vuestra necesidad de defenderse de los Formoré en Irlanda para siempre; y cualquiera que sea la sentencia que salga de tu boca ante alguna situación difícil, ella resolverá dicho asunto hasta el fin de los días”.
141. De este modo, Loch fue perdonado. Luego recitó “El decreto del cierre” a los Gaels…
142. Entonces, Loch dijo que por haber sido perdonado le daría nombre a las nueve carrozas de Lug. Este dio su venia para que así lo hiciese. Loch respondió diciendo: “Luachta, Anagat, Achad, Feochair, Fer, Golla, Fosad, Craeb, Carpat”.
143. Luego le preguntó: “¿Cuáles son los nombres de los conductores que iban en ellos?”.
— “Medol, Medon, Moth, Mothach, Foimtinne, Tenda, Tres, Morb”.
144. “¿Cuáles son los nombres de las aguijadas que tenían entre sus manos?”.
— “Fes, Res, Roches, Anagar, Each, Canna, Riadha, Buaid”.
145. “¿Cuáles son los nombres de los caballos?”.
— “Can, Doriadha, Romuir, Laisad, Fer Forsaid, Sroban, Airchedal, Ruagar, Ilann, Allriadha, Rocedal”.
146. “Otra pregunta: ¿cuál es el número de las bajas?”, inquirió Lug a Loch.
— “No sé cuál será el número de los labriegos ni el de los plebeyos. En cuanto al número de los señores, nobles, campeones y reyes Formoré sí lo sé: 3 + 3 x 20 + 50 x 100 hombres + 20 x 100 + 3 x 50 + 9 x 5 + 4 x 20 x 1000 + 8 + 8 x 20 + 7 + 4 x 20 + 6 + 4 x 20 + 5 + 8 x 20 + 2 + 40, incluyendo al nieto de Net y 90 hombres más. Ese es el número de las bajas de los reyes Formoré y de los nobles que cayeron en la lucha”.
147. “Pero en cuanto al número de labriegos, de gente común y demás plebeyos y gente de todos los oficios que acompañaron al gran ejército —cada guerrero, cada noble y cada rey Formoré vino al combate con sus propios sirvientes, y todos ellos cayeron muertos, tanto los hombres libres como los esclavos— cuento solamente algunos de los criados de los reyes. Este es el número de aquellos que conté según iba observando: 7 + 7 x 20 x 20 x 100 x 100 + 90, incluyendo a Sab Uanchennach hijo de Coirpre Colc, hijo de un criado de Indech mac De Domnann (es decir, el hijo de un sirviente del rey Formoré).
148. “En cuanto a los hombres que lucharon en parejas y los lanceros, guerreros que no alcanzaron el corazón de la batalla pero que también cayeron —hasta que las estrellas del cielo puedan ser contadas, y las arenas de los mares, y los caballos del hijo de Lir en una tormenta en el mar— hasta entonces jamás podrán ser contados”.
149. Inmediatamente después de aquello, los Tuatha De Danann hallaron la oportunidad de matar a Bres mac Elatha. Este dijo: “Es mejor que me sea concedido el perdón y no la muerte”.
150. “¿Por qué habría de hacer eso?”, preguntó Lug.
“Las vacas de Irlanda siempre darán leche si soy perdonado”, contestó Bres.
“Lo consultaré con nuestros sabios”, repuso Lug.
151. Lug acudió donde Maeltne Morbrethach y le dijo: “¿Debería ser Bres perdonado por darnos la leche de las vacas de Irlanda por siempre?”.
152. “Él no debe ser perdonado”, contestó Maeltne. “Él no tiene poder alguno sobre sus edades o sobre sus partos, aunque controle su leche mientras vivan”.
153. Entonces, Lug se dirigió a Bres: “Aquello no te salvará, tú no tienes ningún poder sobre sus edades o sobre sus partos, aunque controle su leche mientras vivan”.
154. Bres contestó: “¡Maeltne te ha dado amargos consejos!”.
155. “Es que hay algo más que pueda salvarte la vida, Bres?”, interrogó Lug.
“De hecho, sí que lo hay. Dile a tu consejero que tu gente recibirá en recompensa una cosecha cada tres meses si mi vida es perdonada”.
156. Lug acudió donde Maeltne: “¿Debería ser Bres perdonado por dar a cada uno de los hombres de Irlanda una cosecha cada tres meses?”.
157. “Eso a nosotros nos viene muy bien”, repuso Maeltne. “La primavera es buena para el arado y para la cosecha; el inicio del verano para alcanzar la dureza del grano; el inicio del otoño para completar la madurez del grano y para su cosecha. El invierno es bueno para alimentarnos de él”.
158. “Esto no te salvará”, replicó Lug a Bres.
“Maeltne te ha dado amargos consejos”, le contestó.
159. “Por menos te salvarías”, dijo Lug.
“¿Cómo, entonces?”, preguntó Bres.
160. “¿Cómo trabajarán la tierra los hombres de Irlanda? ¿Cómo sembrarán? ¿Cómo cosecharán? Solo si sabes todas esas cosas podrás ser salvado?”.
“Diles, entonces, que aren los días martes, que siembren las semillas en los campos los días martes y que los martes sean los días de la cosecha”.
161. Y gracias a aquel consejo Bres fue liberado.

NOTAS
[*] La extensión de este texto es de 167 cantos, pero el fragmento que presentamos se centra en el combate y posterior victoria de los Tuatha de Danann.
[1] Originalmente, Bres mac Elathan, conocido también como Bres el Hermoso, era el rey de los Tuatha De Danann. De padre Formoré y madre Tuatha De Danann, Bres fue proclamado rey de estos últimos, sin embargo, pesó en él su linaje paterno y traicionó a sus súbditos aliándose con los Formoré para asesinarlos. Por ello Bres figura como uno de sus jefes.
[2] También conocido como “Samildanach”, es decir, el que conoce todas las artes, Lug era un héroe muy importante para los Tuatha De Danann, ya que su sola persona era capaz de realizar todos los oficios de los hombres, incluyendo las artes mágicas. Por ello gozaba del aprecio de Nuadu, el rey de los Tuatha De Danann, quien decidió protegerlo antes que arriesgarlo en la batalla.
[3] Este apelativo es otra manera para aludir a los Tuatha De Danann.
[4] Es importante acotar que la magia y los poderes ocultos son muy importantes para los Tuatha De Danann, ya que gracias a ellos pudieron tomar ventaje sobre los Formoré, quienes no encuentran el modo de contrarrestar los conjuros enemigos. Previo al combate, los hombres de Irlanda lanzaron encantamientos sobre las piedras y las armas para que destruyeran a los formorianos. Todo este despliegue y dominio de estas artes está explicada en los siete primeros cantos de esta gesta, en la que se narra su aprendizaje: “1. Los Tuatha De Danann se encontraban en las islas septentrionales del mundo instruyéndose en el saber oculto y la hechicería, en las artes druídicas y en las habilidades mágicas hasta que superaron a los sabios de las artes paganas”.
© Reinhard Huamán Mori, de la traducción.
Publicado originalmente en la revista BOCA DE SAPO, nº 6. Buenos Aires, 2010.
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